¿A quién no le gustaría ser recordado? Dentro de la historia universal hemos encontrado vestigios de numerosos hombres que solo vivieron para ser recordados, otros simplemente siguieron sus ideales y crearon así revoluciones importantes ¿Pero qué hay más allá de eso? La línea excesiva sigue y los aspectos humanos no cambian, esas metafísicas universales como el amor, la emancipación, la revolución, la amistad, etc. son parte de esta línea: una sucesión continua e indefinida de puntos en la sola dimensión de la longitud. Estos hombres, muchas veces cuestionando su grandeza, han logrado penetrar en el corazón de muchos, influyéndolos considerablemente a seguir con el legado, no obstante ¿Qué sigue? ¿Hay una finalidad? o simplemente hablamos de finalidad sin finalidad. La finalidad se consigue en el camino, dicen algunos, pero entonces estos grandes cambios no son nada más que experimentos y, en el caso que resulte, el fin justifica los medios ¿no?
La estupidez humana es tan grande como la cantidad de personas que habitan en este mundo, en base a principios o voluntades generales establecemos nuestros parámetros para vivir, olvidando cosas esenciales tanto inmanentes como trascendentes. Es por eso que la masa se pregunta por el sentido de su vida, pues pareciera que son máquinas automáticas que fueron programadas para realizar todos los días el mismo ejercicio, dejando de lado la actividad más importante de todas: vivir y disfrutar a concho esa vida que, por cierto, es tan efímera.
Porque en realidad nadie jamás responderá al qué viene después de la muerte, pues somos seres trascendentes pero a la vez mortales. Así que desde esta mirada, sacrificar una o dos vidas en pro del bien común sería éticamente correcto, además ¿quién se acordaría de esas vidas? ¿Cuántas no se han sacrificado ya y no son memoradas jamás? Ojalá que aquello que nos hace creer esta burocrática sociedad sea de alguna forma cierto, porque de lo contrario, se ha jugado con miles de vidas inocentes en vano. Y de no ser así todos estamos errando hasta con nuestros propios pensamientos.