Hoy por la mañana escuchaba atentamente a Cristián Warnken, poeta y profesor de castellano, quien hablaba por primera vez acerca del fallecimiento de su hijo hace apenas cuatro años. Dentro de sus palabras, quizás las más importantes, se destacaban vida/muerte y alegría/tristeza, oposiciones que nos recuerdan lo que es y no es la vida en sí. La línea de nuestra vida está impregnada de esta realidad y sentimentalismo, desde el nacer hasta el morir, el efímero ciclo de nuestra existencia. De ahí la preocupación principal del Carpe Diem, no mirar ni el pasado ni el futuro (como diría Cubillos) "los que miran al pasado están muertos y los que miran hacia el futuro aún no han nacido". He ahí una filosofía de vida.
Lo grandioso de esta conversación fue el hincapié que se le hizo al duelo de una muerte como una instancia reflexiva y como un nuevo despertar de un individuo que había vivido en una oscuridad ante los signos que se le presentaban cada día. La pena del duelo nos insta a sentir más allá de lo que acostumbramos, puede ser engaño o verdad, todo depende de cómo cada uno se lo plantee, pero una cosa es clara: un sentimiento extremadamente fuerte, así como un amor cuando se convierte en duelo, más allá de tener susceptibilidades negativas posee una voluntad tremenda para lograr concebir los sentimientos tristes y penosos en algo positivo a través de la búsqueda del yo. Si lo vemos de esta perspectiva, pareciera que estamos todos entrelazados para cumplir un fin determinado en esta vida, sin embargo, creo fielmente en que cada uno es forjador de su propio camino y que de acuerdo a la trayectoria que elija logrará ayudar tanto como pueda, ya sea a través de su experiencia o a través de lo que puedan llegar sus capacidades.
El amor, cuando se convierte en duelo, es también una instancia reflexiva, donde cada vez nos situamos en la sensibilidad extrema con cada cosa que nos toca. Así, podemos comenzar a ver y apreciar cosas que jamás habíamos pensado que estaban, empezamos a percatarnos de lo que tenemos a nuestro alrededor, ya sabes, si antes veíamos un verde, ahora vemos veinte verdes o si antes no distinguíamos una mirada de otra, ahora podemos darnos cuenta que cada mirada proyecta algo diferente y así sucesivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario