I parte [19/12/11]
A veces, como me dijo una gran personita, leemos un par de novelas y creemos que nuestras vidas son como ellas. Somos los protagonistas de una gran novela, en donde nos saltamos a veces los prefacios para no saber el final de los acontecimientos, porque a fin de cuentas lo único que importa es la trama. Tal vez, como dijo A. Huxley, la gran diferencia entre la vida y la ciencia ficción es que esta última tiene sentido. Como sea, este es uno de los mejores capítulos de mi novela.
A veces, como me dijo una gran personita, leemos un par de novelas y creemos que nuestras vidas son como ellas. Somos los protagonistas de una gran novela, en donde nos saltamos a veces los prefacios para no saber el final de los acontecimientos, porque a fin de cuentas lo único que importa es la trama. Tal vez, como dijo A. Huxley, la gran diferencia entre la vida y la ciencia ficción es que esta última tiene sentido. Como sea, este es uno de los mejores capítulos de mi novela.
Esta personita que aparece como protagonista en mi novela, y que llamaré "señorita C", es una de esas personas iridiscentes, de esas que encuentras una entre miles, una de esas que adornan cada momento y lo enmarcan de una forma tan peculiar que es imposible que cada momento que vives con ella no se atesore en tu espíritu y corazón.
Intentando encontrar una manera para dar forma a estas emociones, intenté hacerlo a través de un retrato. Busqué la imagen que expresara toda su grandeza, aunque era inevitable llegar a la conclusión de que no hay imagen que valga su belleza, la viva imagen de verla bailar, sonreír y cantar. Se trata del todo y las partes, una cosa por si sola no significa a menos que esté en relación con todo lo que la rodea. Una imagen no capta lo que los ojos perciben: labios sutiles y perfectos, ojos con tierna mirada, piernas que al caminar parece que vuelan, brazos que juegan con el viento y el viento los pretende, reflejo del sol en su piel y en su pelo; gran perfección.
Es difícil pretender explicar o describir tal efecto, muchas veces las palabras son insuficientes, ya sea porque no las sabemos utilizar o ya sea porque su significado es demasiado limitado para expresar algún sentimiento. Quizás por esta razón es que a veces los silencios nos conectan de alguna forma que las palabras no pueden.
__________________________________________________
Con el pasar del tiempo un sin fin de cosas cambian, principalmente percepciones. Cuando las percepciones que nos causa el impresionismo de alguien o algo cambian, es letal. Esas percepciones causan desilusión y eso implica haberse ilusionado una primera vez, lo que no implica que no pueda volver la ilusión, pero es bastante difícil. Lo triste es que en esta efímera vida a todos nos toca, al menos una vez, sufrir la exacerbación que suscita el ilusionismo.
He estado pensando en esto últimamente, porque quizás esta percepción de la vida a algunos decepciona tanto que dejan de creer en lo que verdaderamente importa, aquello trascendental en la vida de cualquier individuo, el amor y la felicidad. Como dice Sagan: "amar no es solamente querer, es sobre todo comprender" y quien no esté dispuesto a comprender el amor, está perdido. Entonces aquel que ha sufrido la desilusión solo quiere, pero no comprende, por el contrario aquel que aun vive ilusionado y cree en alguien quiere y comprende con la razón y el corazón.
Si alguien se atreviera a preguntar con qué situación me identifico, seguramente la respuesta sería "me identifico con las dos", pero que hoy estoy comprendiendo más este enigma, que ya a fuerza de errores he logrado entender. Este comprender se lo debo a dos personas, una que se empecinó en hacerme entender que el amor no es solo querer, que hay algo más allá que llega hasta el hiper uranus y que necesita ser cultivado día a día sin olvidos, pero que por torpeza e ingenuidad no supe jamás entender y hoy solo está presente en un hermoso recuerdo. La otra, está aquí, conmigo, me está enseñando lo que no aprendí, me está ayudando a comprender los crucigramas complejos que impone mi torpeza e incomprensión del amor. Esta personita es lo que ahora más valoro y adoro, porque es en ella donde puedo reposar y descansar cómodamente, es el espacio más placentero al que hoy puedo acudir, es el tiempo que se hace nada, es el todo dividido en partes, es lo que siento necesitar, es la señorita del retrato.
Con el pasar del tiempo un sin fin de cosas cambian, principalmente percepciones. Cuando las percepciones que nos causa el impresionismo de alguien o algo cambian, es letal. Esas percepciones causan desilusión y eso implica haberse ilusionado una primera vez, lo que no implica que no pueda volver la ilusión, pero es bastante difícil. Lo triste es que en esta efímera vida a todos nos toca, al menos una vez, sufrir la exacerbación que suscita el ilusionismo.
He estado pensando en esto últimamente, porque quizás esta percepción de la vida a algunos decepciona tanto que dejan de creer en lo que verdaderamente importa, aquello trascendental en la vida de cualquier individuo, el amor y la felicidad. Como dice Sagan: "amar no es solamente querer, es sobre todo comprender" y quien no esté dispuesto a comprender el amor, está perdido. Entonces aquel que ha sufrido la desilusión solo quiere, pero no comprende, por el contrario aquel que aun vive ilusionado y cree en alguien quiere y comprende con la razón y el corazón.
Si alguien se atreviera a preguntar con qué situación me identifico, seguramente la respuesta sería "me identifico con las dos", pero que hoy estoy comprendiendo más este enigma, que ya a fuerza de errores he logrado entender. Este comprender se lo debo a dos personas, una que se empecinó en hacerme entender que el amor no es solo querer, que hay algo más allá que llega hasta el hiper uranus y que necesita ser cultivado día a día sin olvidos, pero que por torpeza e ingenuidad no supe jamás entender y hoy solo está presente en un hermoso recuerdo. La otra, está aquí, conmigo, me está enseñando lo que no aprendí, me está ayudando a comprender los crucigramas complejos que impone mi torpeza e incomprensión del amor. Esta personita es lo que ahora más valoro y adoro, porque es en ella donde puedo reposar y descansar cómodamente, es el espacio más placentero al que hoy puedo acudir, es el tiempo que se hace nada, es el todo dividido en partes, es lo que siento necesitar, es la señorita del retrato.