Mientras escucho "Hoy mi deber era", imagino cinco meses que pasan volando y en un reencuentro. Hace un par de meses atrás las circunstancias eran favorables, tanto así que el tiempo pasaba volando, pero hoy el tiempo nos engaña y nos tiende la trampa de una larga espera, inexorable. Los momentos tienden a la monotonía, a la proyección de un solo día y, para disimular, escuchamos canciones, vemos fotos de tiempo atrás y quizás qué otras cosas, solo para disimular. En fin, a ambos no nos ha gustado esperar y las ida y vueltas resultan un tanto tediosas cuando en vez de acercarnos nos alejamos. Tu boca pequeña dentro de mi beso, qué haces tan lejos...Podría coleccionar y ser el mejor compilador de poemas y canciones que definan nuestro presente, podría ahondar en mostrar mil palabras sin que fueran exactas, los significantes no muestran el verdadero significado de nuestras representaciones, de nuestras experiencias, se limitan en sí mismos.
Las melodías dejaron de ser sutiles, los acordes no suenan igual, se desafinan en el intento de ser tocados. Las cuerdas se oxidan, el mástil se pudre junto con la madera, los clavijeros giran en solitario, sin siquiera mirarlos. El perfil me mira, sin ser correspondido y aun está ahí, esperando por ti junto al capodastro que se ha perdido. Los libros, por su parte, esas letras desangradas que se caen a pedazos se cierran y se abren esperando ser leídos, interpretados o malinterpretados. Antologías, poesía, cuentos, ensayos y novelas se traicionan a sí mismos para desafiar a la verdad, al entendimiento. El entendimiento inentendible por nosotros mismos, que buscamos explicaciones inexactas, inacabadas, porque todo siempre es y no sabemos más que eso. Por su parte las fotografías solo miran lo que sucede en este cuarto, sonríen y por las noches lloran, tienen un doble significado que aun no comprendo. Lo demás aun no significa, pero el tiempo les dará la razón.
υ π ά ρ χ ω
martes, 9 de octubre de 2012
viernes, 5 de octubre de 2012
significados, significantes y psicoanálisis
Los significantes significan más que el significado. Condenados a la prematura muerte, los significados se manifiestan, expresan su deseo de inmortalidad por el que fueron creados. Temen lo que les pueda pasar, temen no servir su propósito, que las palabras simples las conviertan en parte de la historia remota que nadie piensa, que se conviertan en una circunstancia dentro de la etimología. Ayer y hoy es lo mismo, entonces ¿cuál es la diferencia? Tantos significados para tan pocos significantes. Las esferas culturales nos corrompen sutilmente hasta el punto de convertir nuestros deseos en inconscientes dentro de un imaginario colectivo. El deseo placentero que propicia la palabra no existe, el deseo inconsciente dejó de ser porque desapareció el significado. Las siluetas de algún principio de placer quedan relegadas a las profundidades de la mente que las produce, confundiendo incluso su misma inconsciencia, confundiendo así al experto, confundiendo así a la misma sociedad que duda de la existencia del mismo ser.
"Esas ciudades hostiles y a las que no se pertenece, el solitario individualismo de los sujetos que fijan sus ojos en las pantallas o escuchan música aislados en sus walkman diseñan el paisaje después del desastre" (juegos de seducción).
domingo, 27 de mayo de 2012
De lo burdo a lo sagrado
Un Parque común, con museos comunes, con personas comunes, con situaciones comunes, con árboles comunes, con edades comunes, con besos y caricias comunes. Todo, pero absolutamente todo esto no significa nada, no significa nada en el espacio público de lo que es común, pero es todo cuando trasciende lo público para desenvolverse en lo privado, en lo más íntimo del ser y de la condición humana de una mísera existencia. Se detiene, cambia, piensa y reflexiona...no, no, no piensa, solo siente y deja sentir la naturaleza que en ese instante se hace más notoria y voluble con el movimiento de las hojas que celebran cómo nuestras miradas se cruzan en movimientos sutiles. Sí, aquello común y burdo que había sido olvidado, eso que siempre está ahí, ahora se hace visible, cada detalle resalta ...perdón, al revés, el detalle resalta tu belleza, esa belleza que corrompe, esa belleza que el viento seduce con el movimiento de tu cuerpo. Sí, porque nada más importa, porque todo es común y a la vez nada lo es para nosotros, porque el presente ha sido generoso con nosotros, digo, conmigo. Sí, generoso porque hizo manifiesta la expresión del anhelo en un solo gesto, en el encuentro, en el encuentro de dos cuerpos que bailan sin compaces claros, que caminan sin rumbo cierto, que camina(ba)n lento y sin prisa del tiempo.
Ese parque común que vuelve a ser parque, que vuelve a ser museos, personas, situaciones, árboles y edades...vuelve a significar nada. Porque nada es más nada que el mismo recuerdo y nada es más que el todo porque el todo dejó de existir. Porque el sentir de un cuerpo frágil se desmoronó y la razón lo dominó. Porque las hojas ya no hablan, ya no felicitan...la verdad, ya no me agradan, al menos las de esos árboles comunes, porque solo lo hacían cuando el viento, las miradas, la sutileza del gesto, el encuentro de dos cuerpos se compenetraban y formaban el todo que ahora se divide en ecos fragmentados que desorientan...te pierden.
Lo más terrible es que todo esto... es común y, quizás, lo más agónico es que el todo jamás signifique lo mismo después de la nada, porque las partes enmudecieron para siempre en la melancolía pusilánime de un corazón.
para terminar...una imagen común
"Tengo mis lugares sagrados, porque en cada lugar
vive un recuerdo, por ello me restrinjo de ir a esos espacios,
porque ahí está su viva imagén"
lunes, 19 de diciembre de 2011
La señorita del retrato
I parte [19/12/11]
A veces, como me dijo una gran personita, leemos un par de novelas y creemos que nuestras vidas son como ellas. Somos los protagonistas de una gran novela, en donde nos saltamos a veces los prefacios para no saber el final de los acontecimientos, porque a fin de cuentas lo único que importa es la trama. Tal vez, como dijo A. Huxley, la gran diferencia entre la vida y la ciencia ficción es que esta última tiene sentido. Como sea, este es uno de los mejores capítulos de mi novela.
A veces, como me dijo una gran personita, leemos un par de novelas y creemos que nuestras vidas son como ellas. Somos los protagonistas de una gran novela, en donde nos saltamos a veces los prefacios para no saber el final de los acontecimientos, porque a fin de cuentas lo único que importa es la trama. Tal vez, como dijo A. Huxley, la gran diferencia entre la vida y la ciencia ficción es que esta última tiene sentido. Como sea, este es uno de los mejores capítulos de mi novela.
Esta personita que aparece como protagonista en mi novela, y que llamaré "señorita C", es una de esas personas iridiscentes, de esas que encuentras una entre miles, una de esas que adornan cada momento y lo enmarcan de una forma tan peculiar que es imposible que cada momento que vives con ella no se atesore en tu espíritu y corazón.
Intentando encontrar una manera para dar forma a estas emociones, intenté hacerlo a través de un retrato. Busqué la imagen que expresara toda su grandeza, aunque era inevitable llegar a la conclusión de que no hay imagen que valga su belleza, la viva imagen de verla bailar, sonreír y cantar. Se trata del todo y las partes, una cosa por si sola no significa a menos que esté en relación con todo lo que la rodea. Una imagen no capta lo que los ojos perciben: labios sutiles y perfectos, ojos con tierna mirada, piernas que al caminar parece que vuelan, brazos que juegan con el viento y el viento los pretende, reflejo del sol en su piel y en su pelo; gran perfección.
Es difícil pretender explicar o describir tal efecto, muchas veces las palabras son insuficientes, ya sea porque no las sabemos utilizar o ya sea porque su significado es demasiado limitado para expresar algún sentimiento. Quizás por esta razón es que a veces los silencios nos conectan de alguna forma que las palabras no pueden.
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Con el pasar del tiempo un sin fin de cosas cambian, principalmente percepciones. Cuando las percepciones que nos causa el impresionismo de alguien o algo cambian, es letal. Esas percepciones causan desilusión y eso implica haberse ilusionado una primera vez, lo que no implica que no pueda volver la ilusión, pero es bastante difícil. Lo triste es que en esta efímera vida a todos nos toca, al menos una vez, sufrir la exacerbación que suscita el ilusionismo.
He estado pensando en esto últimamente, porque quizás esta percepción de la vida a algunos decepciona tanto que dejan de creer en lo que verdaderamente importa, aquello trascendental en la vida de cualquier individuo, el amor y la felicidad. Como dice Sagan: "amar no es solamente querer, es sobre todo comprender" y quien no esté dispuesto a comprender el amor, está perdido. Entonces aquel que ha sufrido la desilusión solo quiere, pero no comprende, por el contrario aquel que aun vive ilusionado y cree en alguien quiere y comprende con la razón y el corazón.
Si alguien se atreviera a preguntar con qué situación me identifico, seguramente la respuesta sería "me identifico con las dos", pero que hoy estoy comprendiendo más este enigma, que ya a fuerza de errores he logrado entender. Este comprender se lo debo a dos personas, una que se empecinó en hacerme entender que el amor no es solo querer, que hay algo más allá que llega hasta el hiper uranus y que necesita ser cultivado día a día sin olvidos, pero que por torpeza e ingenuidad no supe jamás entender y hoy solo está presente en un hermoso recuerdo. La otra, está aquí, conmigo, me está enseñando lo que no aprendí, me está ayudando a comprender los crucigramas complejos que impone mi torpeza e incomprensión del amor. Esta personita es lo que ahora más valoro y adoro, porque es en ella donde puedo reposar y descansar cómodamente, es el espacio más placentero al que hoy puedo acudir, es el tiempo que se hace nada, es el todo dividido en partes, es lo que siento necesitar, es la señorita del retrato.
Con el pasar del tiempo un sin fin de cosas cambian, principalmente percepciones. Cuando las percepciones que nos causa el impresionismo de alguien o algo cambian, es letal. Esas percepciones causan desilusión y eso implica haberse ilusionado una primera vez, lo que no implica que no pueda volver la ilusión, pero es bastante difícil. Lo triste es que en esta efímera vida a todos nos toca, al menos una vez, sufrir la exacerbación que suscita el ilusionismo.
He estado pensando en esto últimamente, porque quizás esta percepción de la vida a algunos decepciona tanto que dejan de creer en lo que verdaderamente importa, aquello trascendental en la vida de cualquier individuo, el amor y la felicidad. Como dice Sagan: "amar no es solamente querer, es sobre todo comprender" y quien no esté dispuesto a comprender el amor, está perdido. Entonces aquel que ha sufrido la desilusión solo quiere, pero no comprende, por el contrario aquel que aun vive ilusionado y cree en alguien quiere y comprende con la razón y el corazón.
Si alguien se atreviera a preguntar con qué situación me identifico, seguramente la respuesta sería "me identifico con las dos", pero que hoy estoy comprendiendo más este enigma, que ya a fuerza de errores he logrado entender. Este comprender se lo debo a dos personas, una que se empecinó en hacerme entender que el amor no es solo querer, que hay algo más allá que llega hasta el hiper uranus y que necesita ser cultivado día a día sin olvidos, pero que por torpeza e ingenuidad no supe jamás entender y hoy solo está presente en un hermoso recuerdo. La otra, está aquí, conmigo, me está enseñando lo que no aprendí, me está ayudando a comprender los crucigramas complejos que impone mi torpeza e incomprensión del amor. Esta personita es lo que ahora más valoro y adoro, porque es en ella donde puedo reposar y descansar cómodamente, es el espacio más placentero al que hoy puedo acudir, es el tiempo que se hace nada, es el todo dividido en partes, es lo que siento necesitar, es la señorita del retrato.
sábado, 3 de diciembre de 2011
Martín Rivas (26-p.80)
-¿De qué serviría ser constante a un hombre que no se atreviese a confesar nunca su amor? -Dijo Rivas, alentado por el raciocinio y la conclusión de Leonor.
-No sé -contestó ella-; por mi parte no comprendo en un hombre esa timidez.
-Señorita, se trata de su felicidad y tal vez de su vida -replicó con emoción Martín
-¿No exponen los hombres muchas veces su vida por causas menos dignas?
-Es verdad: pero entonces combaten contra un enemigo, y en el caso de que hablamos tal vez pueden dar a su amor más precio que a su vida. Rafael, por ejemplo, del que hemos hablado, no creo que tiemble en presenciar a un adversario, y, no obstante, jamás se habría atrevido a dirigirse a su prima de usted sin las felices circunstancias que los han reunido. Un amor verdadero, señorita, puede poner tímido como un niño al hombre más enérgico, y si ese amor es sin esperanza, le infundirá mayor timidez aún
-Dicen que todo se aprende con la práctica -dijo Leonor, con una ligera sonrisa-, y presumo que el modo de vencer esa timidez esté sujeto a la misma regla.
Martín no contestó, porque temía adivinar el objeto de aquella observación.
sábado, 8 de octubre de 2011
Sobre el camino
Mientras las miradas apacibles e indiferentes se tornaban monótonas con la luz de las ampolletas gigantes, volvía al suplicio de pensar en la bomba de tiempo que depositaron en nuestro pecho, donde el sonido del minutero cada instante destroza nuestra existencia. De tanto divagar en ese asiento, se asomaron algunos sombras misteriosas- de esas que turban el ánimo y, en algunos casos, lo destrozan en mil pedazos- que con aires de curiosidad intentaban menguar la corriente natural de mis pensamientos, aunque sus siluetas no eran más que un invento desnaturalizado (¿o naturalizado?) de la convención de nuestro tiempo. Cuando por fin comenzaba a terminar el primer ápice de mi agotado viaje, comenzaba el prólogo de un nuevo trayecto, en donde los prefacios quedaban pequeños al girar en torno a una charlatanería barata de palabras espirales. Bajaba apurado, casi escapando de esas sombras, para continuar subiendo entre música y sonidos-que aminoraban la carga de una pesada cruz que hace tanto tiempo estaba en las espaldas de ese pequeño bastardo- la estrepitosa escalera que no llevaba más que al mismísimo infierno. Luego de salir de los engranajes del inframundo, salí a tomar aire al purgatorio, eso quedaba a un par de peldaños más arribita de donde me encontraba, mientras el angustioso humo que desprendían los pequeños demonios se disipaba con la tranquilidad de la tarde, mi mente corría como nunca antes, era como un río turbulento de aguas enfurecidas en donde un pensamiento caía y se desvanecía en su corriente incontenible. Miles de ideas perecieron en las tormentosas aguas que pasaban sobre el Mapocho, una si bien recuerdo se salvó, pero con el reencuentro de esas sombras se perdió nuevamente y cayó al abismo donde se pierden los pensamientos más bellos que solo alcanzamos a acariciar a través de un cálido y entumecido roce de una mano estirada. Sin querer mis párpados se rindieron, ya se habían agotado de tan largo viaje, mientras unos los cerraban para volver al sueño que un día dejaron escapar, yo, agotado, volvía a abrirlos para continuar con el siguiente capítulo de mi tan entrañable novela, esa novela tan aguda y profunda que algunos llaman vida y otros muerte.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
Duelo y amor
Hoy por la mañana escuchaba atentamente a Cristián Warnken, poeta y profesor de castellano, quien hablaba por primera vez acerca del fallecimiento de su hijo hace apenas cuatro años. Dentro de sus palabras, quizás las más importantes, se destacaban vida/muerte y alegría/tristeza, oposiciones que nos recuerdan lo que es y no es la vida en sí. La línea de nuestra vida está impregnada de esta realidad y sentimentalismo, desde el nacer hasta el morir, el efímero ciclo de nuestra existencia. De ahí la preocupación principal del Carpe Diem, no mirar ni el pasado ni el futuro (como diría Cubillos) "los que miran al pasado están muertos y los que miran hacia el futuro aún no han nacido". He ahí una filosofía de vida.
Lo grandioso de esta conversación fue el hincapié que se le hizo al duelo de una muerte como una instancia reflexiva y como un nuevo despertar de un individuo que había vivido en una oscuridad ante los signos que se le presentaban cada día. La pena del duelo nos insta a sentir más allá de lo que acostumbramos, puede ser engaño o verdad, todo depende de cómo cada uno se lo plantee, pero una cosa es clara: un sentimiento extremadamente fuerte, así como un amor cuando se convierte en duelo, más allá de tener susceptibilidades negativas posee una voluntad tremenda para lograr concebir los sentimientos tristes y penosos en algo positivo a través de la búsqueda del yo. Si lo vemos de esta perspectiva, pareciera que estamos todos entrelazados para cumplir un fin determinado en esta vida, sin embargo, creo fielmente en que cada uno es forjador de su propio camino y que de acuerdo a la trayectoria que elija logrará ayudar tanto como pueda, ya sea a través de su experiencia o a través de lo que puedan llegar sus capacidades.
El amor, cuando se convierte en duelo, es también una instancia reflexiva, donde cada vez nos situamos en la sensibilidad extrema con cada cosa que nos toca. Así, podemos comenzar a ver y apreciar cosas que jamás habíamos pensado que estaban, empezamos a percatarnos de lo que tenemos a nuestro alrededor, ya sabes, si antes veíamos un verde, ahora vemos veinte verdes o si antes no distinguíamos una mirada de otra, ahora podemos darnos cuenta que cada mirada proyecta algo diferente y así sucesivamente.
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